Toda gran ciudad tiene lugares en donde converge lo que
arroja la ola. Hombres y mujeres arrastrando cadenas como fantasmas, colgajos
humanos delirantes, babeantes recuerdos de lo que fueron un día.
Toda gran ciudad tiene un portal al purgatorio, una entrada
abierta al averno por donde sale y entra el fracaso, la desilusión. El miedo a
ser y a no ser, lubricado por el alcohol, usando como bastón una botella o un
bote de cerveza barata, sonriendo lo que les dura un sorbo de olvido.
Toda gran ciudad tiene su “Golgota” en donde el cordero de
dios es sacrificado en altares de cemento y crucificado entre las farolas para
expiar los pecados del mundo.
Todas las ciudades…..pero ninguna como París.
Allí he visto caballeros con la ilusión y la mirada oxidada,
ninfas ajadas vendiendo sus misterios por una calada. He visto ejércitos de
jorobados suplicando alimento a un costado de Notre dame y viajeros suicidas atrapados,
cortándose las venas con carámbanos de hielo. Allí he visto el vórtice de la oscuridad girando en un rincón
mal oliente de la ciudad luz en tanto los turistas atrapaban recuerdos para soñar
a sus regresos.
Magicien
Cerró con rabia su caja de sorpresas cuando la lluvia por quinta vez le mojó la sonrisa.
Me dijo: ¡al sur conejos y cartas! y fue guardando ilusiones en un sombrero de copas.
Guardo un pedacito de sueño junto a una paloma, una manga trucada y una varita mágica que destilaba maravillas tristes, pañuelos multicolores y pelotas que desaparecían en el aire.
Uno a uno empacó sus sueños en una maleta vieja, acomodó sus pesares y sus amores, su pasado y su presente entre fuegos incandescentes y anillos mágicos, acomodó su universo en un carrito y partió buscando el sol del mediterráneo.
Cerró con rabia su caja de sorpresas cuando la lluvia por quinta vez le mojó la sonrisa.
Me dijo: ¡al sur conejos y cartas! y fue guardando ilusiones en un sombrero de copas.
Guardo un pedacito de sueño junto a una paloma, una manga trucada y una varita mágica que destilaba maravillas tristes, pañuelos multicolores y pelotas que desaparecían en el aire.
Uno a uno empacó sus sueños en una maleta vieja, acomodó sus pesares y sus amores, su pasado y su presente entre fuegos incandescentes y anillos mágicos, acomodó su universo en un carrito y partió buscando el sol del mediterráneo.
La nota
falsa
Aquella noche toquè como si gritaran
Los àngeles del infierno desde la fosa
Una lengüeta rasposa me traicionaba
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
Cruzaron aquellos ojos delante mio
Batiendo sus dos pestañas como paloma
Sabiendo que para mi no era esa mirada
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
Me fui por un callejòn siguiendo la luna
Para ver si me encontraba con tu persona
Pero me dijo el satèlite que no estabas
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
Entre para emborracharme en una taberna
Para olvidar esas piernas bebì unas copas
Me echò el dueño de la tasca por busca pleitos
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
Salì a buscar por la noche la nota falsa
Que se escapa cuando quiere y no cuando toca
Me déjà tirado cuando la necesito
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
La encerraré en un silencio de semi-fusa
Para ver si asi se sigue haciendo la loca
Voy a castigarla mientras no se comporte
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
Aquella noche toquè como si gritaran
Los àngeles del infierno desde la fosa
Una lengüeta rasposa me traicionaba
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
Cruzaron aquellos ojos delante mio
Batiendo sus dos pestañas como paloma
Sabiendo que para mi no era esa mirada
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
Me fui por un callejòn siguiendo la luna
Para ver si me encontraba con tu persona
Pero me dijo el satèlite que no estabas
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
Entre para emborracharme en una taberna
Para olvidar esas piernas bebì unas copas
Me echò el dueño de la tasca por busca pleitos
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
Salì a buscar por la noche la nota falsa
Que se escapa cuando quiere y no cuando toca
Me déjà tirado cuando la necesito
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
La encerraré en un silencio de semi-fusa
Para ver si asi se sigue haciendo la loca
Voy a castigarla mientras no se comporte
Serà que a mi saxofòn le falta una nota ?
Cosas
que trae la lluvia
Alguien me dijo una vez que en París después de un día de mucho calor, la lluvia vespertina trae cosas y personajes extraños. Lo vieron a Miguel Ángel esculpiendo setos en los Campos elíseos y a la Gioconda bañarse desnuda en el Sena.
Yo sonreí solamente como corresponde a un incrédulo bien educado y más al oírlo antes de tomar el te de las cinco de la tarde.
Sin embargo, hoy ocurrió la maravilla delante de mis ojos y fue tanto el asombro, que tuve que pedirle a un duende de orejas picudas que salió corriendo de la boca del metro que me pellizcara para saber si era cierto.
Bajó Leonardo Davinci pedaleando un estrambótico “tricicóptero” adornado con molinillos amarillos, las gotas de lluvia resbalaban por su enorme bigote transformándose en cristales de cuarzo y el viento soplaba en las cuatro direcciones por donde el iba pasando. Corrí para saludarlo, el me dio la mano junto con algunos consejos prácticos, me dijo que la manera correcta apreciar una pintura es con los ojos entrecerrados y parado en un solo pie, también que para preparar un elixir se debe destilar el agua 1001 veces además de cómo escuchar el sonido de las estrellas los días nublados. Dicho esto se despidió y se fue pedaleando por Sante Marie en dirección al Louvre en busca de la piedra filosofal.
Esto que os cuento es la pura verdad, ocurrió la tarde del 28 de junio del año del buzón de 2014, y si no me creéis podéis preguntar al Conde Salín que se encontraba a mi lado afilando sus colmillos con la mano diestra mientras sujetaba un sarcófago a modo de paraguas con la mano siniestra.
Alguien me dijo una vez que en París después de un día de mucho calor, la lluvia vespertina trae cosas y personajes extraños. Lo vieron a Miguel Ángel esculpiendo setos en los Campos elíseos y a la Gioconda bañarse desnuda en el Sena.
Yo sonreí solamente como corresponde a un incrédulo bien educado y más al oírlo antes de tomar el te de las cinco de la tarde.
Sin embargo, hoy ocurrió la maravilla delante de mis ojos y fue tanto el asombro, que tuve que pedirle a un duende de orejas picudas que salió corriendo de la boca del metro que me pellizcara para saber si era cierto.
Bajó Leonardo Davinci pedaleando un estrambótico “tricicóptero” adornado con molinillos amarillos, las gotas de lluvia resbalaban por su enorme bigote transformándose en cristales de cuarzo y el viento soplaba en las cuatro direcciones por donde el iba pasando. Corrí para saludarlo, el me dio la mano junto con algunos consejos prácticos, me dijo que la manera correcta apreciar una pintura es con los ojos entrecerrados y parado en un solo pie, también que para preparar un elixir se debe destilar el agua 1001 veces además de cómo escuchar el sonido de las estrellas los días nublados. Dicho esto se despidió y se fue pedaleando por Sante Marie en dirección al Louvre en busca de la piedra filosofal.
Esto que os cuento es la pura verdad, ocurrió la tarde del 28 de junio del año del buzón de 2014, y si no me creéis podéis preguntar al Conde Salín que se encontraba a mi lado afilando sus colmillos con la mano diestra mientras sujetaba un sarcófago a modo de paraguas con la mano siniestra.
Moulin
Caminé muy temprano por el boulevard de Clichy buscando la sombra de Toulouse Loutrec que se escapaba del amanecer en dirección al cementerio de Monmartre.
Lo vi arrastrando torpemente unas pinturas sin marcos mientras sorteaba losprimeros rayos de sol. Llegué finalmente al Moulin Rouge desde donde salió un tropel de fantasmas de todos los tiempos con sus fantasmales resacas, con sombreros y sombrillas, alcoholizados y estupefactos, y mientras se abrían las puertas del infierno salía por ella el eco del can-can seguido de una multitud de jugosas piernas de mujer pellizcadas por calaveras en sombreros de copa.
Me despedí de mis sueños y bajé por el boulevard en dirección a Barbés, miré a mi izquierda hacia la catedral del Sacre-Cour y vi la sombra ceñuda de dios de brazos cruzados desaprobando la madrugada que se deshacía a medida que el sol asomaba.
Caminé muy temprano por el boulevard de Clichy buscando la sombra de Toulouse Loutrec que se escapaba del amanecer en dirección al cementerio de Monmartre.
Lo vi arrastrando torpemente unas pinturas sin marcos mientras sorteaba losprimeros rayos de sol. Llegué finalmente al Moulin Rouge desde donde salió un tropel de fantasmas de todos los tiempos con sus fantasmales resacas, con sombreros y sombrillas, alcoholizados y estupefactos, y mientras se abrían las puertas del infierno salía por ella el eco del can-can seguido de una multitud de jugosas piernas de mujer pellizcadas por calaveras en sombreros de copa.
Me despedí de mis sueños y bajé por el boulevard en dirección a Barbés, miré a mi izquierda hacia la catedral del Sacre-Cour y vi la sombra ceñuda de dios de brazos cruzados desaprobando la madrugada que se deshacía a medida que el sol asomaba.
Las
horas contaban historias de encuentros y desencuentros mientras veía
pasar a
los fantasmas del miedo hacia sus templos, entonaban incomprensibles himnos entre el incienso y la luz de las velas en tanto la muerte vigilaba vestida de gárgola desde la cima, pasó la noche caminando lenta entre el gentío mientras yo reseguía mirando pasar los fantasmas arrastrando sus cadenas mientras intentaban sonreír.
Pasé la vista alrededor de la plaza en donde pululaban cretinos de otras supersticiones intentando vender sus brebajes para engañar el alma, no tengo monedas les dije, ni tengo paciencia, me espera una larga noche a la espera del sueño, el sonido de una música melancólica atrajo los pasos de una servilleta dibujada de sonrisas que coronó mi nostalgia, los fieles seguían a la procura del cielo en tanto yo me perdía entre los callejones de una ciudad fantasma buscando la tierra.
los fantasmas del miedo hacia sus templos, entonaban incomprensibles himnos entre el incienso y la luz de las velas en tanto la muerte vigilaba vestida de gárgola desde la cima, pasó la noche caminando lenta entre el gentío mientras yo reseguía mirando pasar los fantasmas arrastrando sus cadenas mientras intentaban sonreír.
Pasé la vista alrededor de la plaza en donde pululaban cretinos de otras supersticiones intentando vender sus brebajes para engañar el alma, no tengo monedas les dije, ni tengo paciencia, me espera una larga noche a la espera del sueño, el sonido de una música melancólica atrajo los pasos de una servilleta dibujada de sonrisas que coronó mi nostalgia, los fieles seguían a la procura del cielo en tanto yo me perdía entre los callejones de una ciudad fantasma buscando la tierra.
La
banda de la estación
Había una vieja estación en donde pasábamos las horas
No recuerdo el color de la madera pero el olor de la yerba se confundía con el de las flores y parecía que la primavera nunca acabaría aunque pasara el verano.
Cesar trepaba al cielo con una escalera de cuerdas guitarra.
Fabián tocaba una batería invisible y yo cantaba entre el humo y los sueños
Pero sin embargo acabo de pronto, después que di mi salto, fueron cayendo y callando me contaron desde lejos.
Fabián quebró sus baquetas y se quebró su cabeza contra el destino, Cesar se perdió entre la niebla con una jeringa en el brazo y la banda de la estación enmudeció como esa dama que creía que todo lo que brilla es oro y que jamás logro comprar su escalera al cielo.
A veces me pregunto si seguirán oliendo las flores a primavera, si la madera perdió ese color que no recuerdo o si encontraré mi voz solitaria llamando a la banda de la estación.
Había una vieja estación en donde pasábamos las horas
No recuerdo el color de la madera pero el olor de la yerba se confundía con el de las flores y parecía que la primavera nunca acabaría aunque pasara el verano.
Cesar trepaba al cielo con una escalera de cuerdas guitarra.
Fabián tocaba una batería invisible y yo cantaba entre el humo y los sueños
Pero sin embargo acabo de pronto, después que di mi salto, fueron cayendo y callando me contaron desde lejos.
Fabián quebró sus baquetas y se quebró su cabeza contra el destino, Cesar se perdió entre la niebla con una jeringa en el brazo y la banda de la estación enmudeció como esa dama que creía que todo lo que brilla es oro y que jamás logro comprar su escalera al cielo.
A veces me pregunto si seguirán oliendo las flores a primavera, si la madera perdió ese color que no recuerdo o si encontraré mi voz solitaria llamando a la banda de la estación.
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