Falleció la vieja radio del taller.
Cumplía todos los requisitos para estar en en mi fabrica de sueños,
acumulaba el polvo desde tiempos inmemoriales, chirriaba al encender
las maquinas, el dial estaba vencido y un alambre ocupaba el lugar de
la antena.
No funcionó el boca a boca ni el
golpeteo para ver si reaccionaba, se fue dejándome sin noticias y
sin su melódica compañía.
Vendría de los ochenta con su casetera
inutilizada y su caprichosa costumbre de manejar el volumen a su
antojo. No se como llegó hasta mi, tal vez estaba en mi taller antes
de los tiempos acompañando los sueños de los que me precedieron,
tal vez salió de un mercadillo por cuatro duros o de un contenedor
de mi barrio.
Se que la voy a extrañar al igual que
a mis zapatos viejos, que siempre estaban allí esperando mi regreso
a casa, ya nada será igual aunque encuentre una parecida. ¡Mañana
será un día duro!
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