Así fue como “Bubble man” se
marchó un próximo lunes cualquiera. Cogió sus cosas y se largó a
la ruta camino de Irún, llevando la luz de una ciudad oscura a sus
espaldas y un saco de miradas desconfiadas que le iban pisando sus
mil talones de Alquiles.
Se fue cantando en una burbuja a
pedales grande como un corazón de niño que nunca aprendió francés.
Se fue silbando en ingles con marcado acento polaco una canción que
hablaba de España.
Quien sabe si vuelva, quien sabe si
encuentre al final del arcoiris una calle peatonal que tenga en su
centro una marmita repleta de monedas.
Quien sabe al final del camino el
viento del norte le sople un secreto al oído y afirme la redondez de
la tierra en una pompa gigante que limpie este mundo.
Quien sabe si yo mañana me pierdo en
la ruta en una burbuja, sin mapa y sin brújula preguntando una a una
a la gente por el camino mas largo para llegar a Jauja.
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