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martes, 10 de mayo de 2016

El patio



El patio de la casa del abuelo aveces era el paraíso. Por todas partes florecían frutales y plantas de todas las clases que en primavera explotaban en todos los colores imaginables.
Aveces se me figuraba estar en el arca de Noé rodeado de animales. Otras era un bosque primigenio para ser explorado.
De pequeño se me hacía una selva infranqueable. Había de cruzar hasta el fondo por el centro recorriendo un parrón que se me antojaba interminable, hasta encontrarse con el árbol de la ciencia del bien y del mal en la forma de un nogal que flanqueaba el paso, mas allá de este, se encontraba lo desconocido en donde habitaban los monstruos de la noche, a no ser claro, que te encontraras jugando a las escondidas con los primos y primas. Entonces podías perderte para siempre entre la espesura, y encontrarte a ti mismo con los primeros besos furtivos al comienzo de las emociones.

Quien sabe cuantas veces he regresado en sueños al viejo patio sin atreverme a llegar al fondo en donde habitaba el misterio del génesis y un viejo y enorme columpio que sabía llegar hasta el cielo.

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