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domingo, 29 de enero de 2017

Tus ojos cansados



Andaba buscando una sopa para entibiar una angustia de no se cuando ni donde, y al mirar al costado me encontré con tu rostro y tus ojos cansados.
Salí presuroso a preguntar quien vigilaba el parrón primigenio y quien custodiaba el patio del principio del mundo en tanto volvías de aquella pausa, y cual era la causa del cuento de no se que recuento de glóbulos rojos que andaban cansando tus ojos.
Será que llevo una lágrima suelta envuelta en estos últimos días, y que no se en donde ponerla antes que se congele, y no se si esperar a que mi abrazo vuele por sobre estas palabras que intentan en vano alcanzarte, o salir a buscarte en alguna esquina del mundo.
Y ahora me toca volver al domingo de andar contando las horas para estrecharte la voz a doce mil kilómetros de distancia de dos a cuatro, para decirte lo mucho que te quiero y te extraño aunque ya tu lo sabes. Así es que por ahora saldré a buscar esa sopa que sea capaz de entibiarme la angustia que se coló en mi domingo para mostrarme tus ojos cansados.


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