No se si te dije que ayer salté por el
aire huyendo de los últimos estertores del invierno. Que la
oscuridad de la ciudad de la luz plantó una sombra sobre mis huesos
cansados de andar.
No se si te dije que el largo regreso a
casa me propinó una paliza que cabe en cien madrugadas eternas
cruzando Madrid y La Mancha. Que los molinos de viento dormían
cuidando Quijotes y gigantes cansados tras siglos de luchas y sueños
delirantes.
No se si te hablé del silencio
nocturno que me contaba las horas y los segundos como cadenas
perpetuas. Como un camino que existe, subsiste y persiste tan solo
para eternizar este largo regreso a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario