Si vas al final de la tierra busca mi
sombra en el patio de mi escuela.
Busca mis rodillas laceradas a la hora
del recreo a cambio de una sonrisa envuelta en una bolsa de canicas.
Busca mis pasos y mis amores escritos
con lápiz pasta en un viejo bolsón de cuero a un océano de tiempo
y de distancia detrás de una montaña de recuerdos.
Si vas al final de la tierra búscame
el viento de septiembre en un volantín, y la soga que hacía bailar
un trompo de madera que silbaba furioso al salir de mi mano.
Busca un pequeño ejercito de ángeles
con delantales blancos que solían blandir en su mano una espada de
tiza y diles que no me olvidé sus prodigios.
Si vas al final de la tierra, búscame
un 5 de septiembre, que mandaré mi espíritu con los zapatos
lustrados, convenientemente peinado y con el corazón reluciente para
abrazar al niño que fui y que nunca olvidé.
Si vas al final de la tierra, busca mi
sombra nostálgica que vaga solitaria buscando mi eterno regreso en
blanco y negro.
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