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sábado, 19 de marzo de 2016

El domingo de Ramos



Como olvidar aquella madrugada de domingo en que celebramos el cumpleaños del flaco Jesús Ramos.
Aquel día le dimos una sorpresa junto a otros dos amigos. Estaban; el gordo Candia (a ese le decíamos el muerto porque era muy vago, se movía menos que la mandíbula de arriba)
Estaba también el tuerto Zabaleta que se llamaba Pociano. El tuerto había sido piloto de carreras y en un accidente perdió un ojo, por eso en vez de “tuerto”, le decíamos cariñosamente; “Poncio el piloto” Y yo, que aunque no me gusta mucho la bebida, cuando se trata de festejar a un amigo, me tomo hasta la molestia.
Sabiendo lo que le gusta el “frasco” al flaco Jesús, nos propusimos llevarlo de gira por la ciudad a la zona de bares a la que llaman “El vía crucis”, que es un circuito obligado para los borrachines del fin de semana que gustan de recorrerla yendo de bar en bar.
Una vez terminado el recorrido, nos fuimos a la casa del muerto. Habíamos estado empinando el codo toda la noche hasta agotar estock, de pronto El flaco Jesús le grita al muerto (que no había movido un dedo en toda la noche)- ¡Ya Lazaro, levántate y anda, anda a comprar otra litrona! Yo apoyé la moción, el Gordo alegó que era el dueño de casa, le preguntamos al Poncio el piloto que pensaba del asunto, este como siempre, se lavó las manos. Ahí se armó una discusión y pusimos fin a la celebración.
Salimos de allí cargando con el flaco Ramos, que para entonces estaba en “calidad de bulto”. Iba con los brazos abiertos que parecía que arrastrábamos una cruz, y gritaba que seguía con sed.

La resaca le duró una semana entera, hasta el otro sábado , aunque el domingo siguiente estaba como nuevo, por eso a ese domingo lo llamamos; “Domingo de resurrección”

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