Atravesé el domingo tendido en el
lecho, con la ilusión en el techo y una mirada que saltó por la
ventana montada en un “drone”, buscando quien sabe que asuntos
carentes de urgencia. Hasta que aterricé en un lunes de
resurrección buscando papeles y poemas pendientes para enviar al
olvido, junto con dos o tres promesas incumplidas.
Después me perdí en un cúmulo de
matemáticas imposibles buscando la forma de llegar al cuarenta de
mayo con el bolsillo y la sonrisa intacta. Luego de esto, sacudí el
polvo y las telarañas aun viejo proyecto de sueños y me escapé por
la rendija de un universo paralelo esperando el advenimiento de un
martes que redimiera al
mundo del peso inconmensurable del lunes.
mundo del peso inconmensurable del lunes.