No se lo que le dije o no me acordaba cuando ella lanzó una
piedra pintada a las olas, yo no debía estar allí pero estaba, hundiéndome como esa piedra en sus ojos que
bañaban la tarde.
Le pregunté quién era y me dijo- Soy la canción que
cantabas, soy una espuma en el mar y soy la luz de las estrellas que se
apagaran con el sol.
Armó una orquesta imaginaria y bailo descalza al borde del
mar, poco después me acercó una caracola
al oído para mostrarme su furia encerrada que latía con fuerza al ritmo de mi
corazón.
Le dije- tengo mil años pero rió con el sonido del mar, vestida con algas me arrastró hasta el reino
de Neptuno para renacer otra vez.
Me desperté con el frío de mil mañanas sobre mi cuerpo al
lado de una botella de vino vacía, la llené de mensajes en verso para luego
arrojarla furioso a las olas que se tragaron la noche y me fui arrastrando mil
siglos de ausencia.