Hay quienes piensan y sueñan con
dimensiones paralelas o maquinas del tiempo.
A decir verdad, en una época yo
también lo hice. Y digo; “lo hice” puesto que ahora lo que hago
es experimentar esas anomalías espacio-temporales.
Dejadme que os explique; Cada cierto
tiempo es menester limpiar mi taller (que es a la vez mi maquina de
sueños) A veces el día de limpieza llega; lisa y llanamente por una
imposibilidad física de poder entrar en el. De cualquier modo; no
toda limpieza de taller entra en la misma categoría.
Podemos clasificarlas en: A; B, C o
D
Diremos que la limpieza tipo “A” es algo así como; “Je te plumerai la tete”, o sea que consiste en sacudir mas o menos para poder distinguir la mesada de trabajo o las herramientas.
Diremos que la limpieza tipo “A” es algo así como; “Je te plumerai la tete”, o sea que consiste en sacudir mas o menos para poder distinguir la mesada de trabajo o las herramientas.
La limpieza tipo “B”, es algo un
poco mas osado. Esta consiste en levantar algunas cosas del piso y
quitar aserrín por la vía de desplazamiento.
Es a partir de la tipo “C” en donde
comienzan a ocurrir cosas extrañas, en donde el universo cuántico
comienza a tomar el control.
En este punto comienzas a recordar que
no es tu memoria la que anda fallando. Entonces aparece el alicate o
la sierra que maldijiste hace un mes, y que te obligó a comprar una
nueva.
Llegados al punto “D” (También
llamado limpieza profunda); debemos detenernos y contener el aliento,
puesto que: esto no es en modo alguno tarea fácil. Digamos que es
para hombres que corren riesgos, para quienes no temen asomarse al
“horizonte de sucesos”, ese borde de los agujeros negros que
constituyen un punto de “no retorno”, allí donde la gravedad
toma cuenta del mundo físico.
Bueno, en este caso la gravedad de la
situación que nos impide continuar trabajando.
Como les iba diciendo: el punto “D”
se convierte en una maquina del tiempo, aparecen no solo herramientas
perdidas desde hace años, también aparecen proyectos y materiales
que en su día nos llenaron de entusiasmo. El punto “D” nos
demuestra la teoría de que el universo se expande, y que nuestro
taller es inmensamente mas grande de lo que pensábamos.
El punto “D” sin duda es cosa de
hombres bien hombres, puesto que seguramente cualquier mujer lo
acomodaría en un santiamén, sin vértigo, sin gran esfuerzo y sin
descubrir aquel “Horizonte de sucesos” que acabo de describir.
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