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sábado, 20 de junio de 2015
Aromas
Olía a madrugada, a otoño sin sueño por donde se colaban las hojas secas.
Olía a ventana entreabierta y humo de cigarrillos.
Olía a filosofía cortante y sonante, a primaveras futuras y a inviernos pasados.
Olía a certidumbre insolente reflejada en un vaso de ginebra.
Olía a tos de motores, a diésel y a neblina cerrada, a nieve en la cordillera y a despedida.
Olía a coches que despertaban y a gente que se dormía.
Olía a lluvias tardías y precipitadas fugas.
Olía a la noche alcanzada por el día entre Los Andes y la costa. Olía a Santiago de Chile.
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