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jueves, 13 de agosto de 2015

Desde el espejo



Siempre me han fascinado los “zurdos”, left handers, canhotos, gaucher o como quiera que se les llame. Esa gente que escribe imposiblemente su universo desde el lado del corazón.
Recuerdo haber leído algo de Borges sobre ese universo paralelo que podemos observar en los espejos, aunque yo nunca he creído que fuese infranqueable, al contrario, estoy seguro que existe mas de un portal para traspasarlo.
¿Quien no conoce o tiene un amigo o un familiar zurdo? De hecho, si nos dejamos llevar por las estadísticas descubriremos que son aproximadamente 700 millones.
700 millones de invasores que previo secuestro de nuestros auténticos diestros, han cruzado el umbral de los mundos para instaurar una avanzadilla en nuestro universo.
Mas de una vez al estar frente al espejo he desconfiado del viejo que me mira ceñudo y con la cara embadurnada de crema de afeitar, o que se detiene en su cepillado de dientes para observarme, y quien sabe; esperar el momento de dar el cambiazo.
Haciendo un repaso en mi vida, recuerdo a todos esos zurdos que han compartido este espacio conmigo. Primos, amigos y hasta mi hija Rocío, la que dibuja de manera espectacular sus mundos imaginarios. Entonces me pregunto; ¿será que en un descuido alguien entró por algún espejo de mi casa y me cambió a la nena? ¿Será que yo mismo he sido cambiado en una época remota? Pues de niño me he sorprendido jugando a interpretar el mundo desde la mano siniestra.

Como quiera que fuere. Es mi deber permanecer atento a los espejos, que no son otra cosa que ventanas a ese mundo extraño e incomprensible, y esperar a que el viejo zurdo que me observa en las mañanas cometa un error para echarle en cara su intromisión a mis universos.

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