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lunes, 3 de agosto de 2015

El duende




Parece que hallé al duende que abrió la puerta del tiempo.
Me mandó su saludo por el aire a 11.000 kilómetros del recuerdo, después estiró su mano cálida que cruzó el atlántico a la velocidad de la luz para dar un certero golpe al olvido.
Parece que hallé al duende que fisgonea en la infancia.
Me dijo de hacer inventario de sueños, de viejas historias, de memorias quebradas y cosas por el estilo. De tomar por asalto la escuela en un “caballito de broce”, de buscar besos robados en un; “corre el anillo” e incitar a gritar de jubilo al escuchar la campana.

Parece que hallé al culpable, convicto y confeso de andar agitando sonrisas, de despertar primaveras antiguas, de terminar el juego de las escondidas gritando: ¡Libre por mi y por todos mis compañeros!

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