No
te das cuenta Muchacha
Soñé
que me hablaba en español, con aquel acento delicioso de voz,
tabaco y café. Su mirar agudo era esta vez de un verde azulado, mas
intenso y sostenido.
Estábamos
en el campo y el viento de la mañana creaba un oleaje con su
vestido sobre su cuerpo fino y libre. Sus piernas se asemejaban al
anhelo, recortadas de firme volumen en el espacio, estaban descalzas
y en su desnudes parecieron ser por un instante lo único
verdaderamente iluminado por el sol, cuando desperté pensando que no
había nada mas sensual que la sensualidad de quien ignora su
posesión, o que también son los otros quienes adjudican tal
sensualidad a la, o a el ignorante , la belleza de la ingenuidad,
cierta pureza que pareciera transfigurar al portador gracioso de
algún don.
-¿Es
que tu no te das cuenta muchacha?- le habrían dicho hace tiempo,
poco antes de que comenzara a querer ser conscientemente deseada, a
buscar el deseo ajeno para respirar, mucho antes de que los tacones
se abrazaran a sus talones y estos a sus piernas , como un ajustado
guante de cuero que se ciñe a la mano que lo recibe, tal como las
microscópicas arenas reciben a las espumas del océano. Así la
percibí yo , todo de golpe , ola , roquerío y tempestad cuando la
observe desabotonar su abrigo, descubriendo así el fulgor en una
noche de invierno, cuando el viento acariciaba la piel transeúnte
como una mano entre cuyos dedos se adivinara una finísima , y fría
hoja de afilado acero....
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