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martes, 29 de septiembre de 2015

Calfucura (piedra azul)

Calfucura

Allá por los años 1780 o 1790. Cuentan que apareció en el wall-mapu, una brillante luz surcando los cielos. Se dice que una roca cayó a la tierra cerca de una aldea en Llaima, la parte occidental del país de los mapuches. Al tiempo que caía del cielo se oía el llanto de un recién nacido, y como la piedra era de color azul, bautizaron al niño con el nombre de "Calfu-Cura" que en mapudungun( la lengua de los mapuches) quiere decir piedra azul.
Hicieron con un fragmento de la roca un amuleto que colgaron al cuello, porque según dijo la machi( la chamán), era un regalo de Ngueñechen para proteger al elegido que lideraría a su pueblo a la libertad.
Cuentan también que el día de su nacimiento, se despertaron los pillanes (espíritus de los volcanes) para entregarle en ofrenda dos corazones que lo harían invencible.
Calfucura llegaría a ser conocido como uno de los mas grandes caciques de la nación mapuche. Unificó a casi todas las tribus de la patagonia y aunque nació en el Willi-mapu (actual territorio chileno) y murió en el Pwel-mapu ( actual Argentina). El cacique jamás salio de su tierra puesto que en aquel entonces, el Wall mapu iba desde el Pacífico hasta el Atlántico, antes de que los huincas se apoderaran de su tierra.
Grandes hazañas se cuentan del toki, gloriosas conquistas y batallas pero esa.......es otra historia.

El arrullo del alma



Entonces los trenes arrullaban el alma con su vaivén y su “chacá chacá” . El mundo estaba allá afuera al alcance de unas monedas y el tiempo no tenía importancia.
La vista solía devorar extensiones en el horizonte de montañas y nubes, de bosques interminables y desiertos sembrados de atardeceres naranja.

Entonces llegaron los señores de negro para secuestrar los andenes. Llegaron arrancando sueños y rieles en nombre del progreso y la prisa, vinieron con inauguraciones y decretos en contra de los arrullos del alma, en contra del tiempo de las contemplaciones y de los horizontes en movimiento y nos dejaron en silencio.... de pie en el anden contando en la esfera de una lágrima los días y las monedas para el regreso del arrullo de alma.

domingo, 27 de septiembre de 2015

El último día en la vida de Jack Le Couture



¿Que pensaría el flemático, el hermético y taciturno monsieur Jack Le Couture el último día de su vida?
El viejo Jack desde hace años cumplía el mismo ritual desde que lo abandonara su esposa, sus amigos y sus sueños.
Se despertaba puntualmente a las 8:00 con su viejo radio-reloj de pilas, miraba por su ventana del segundo piso de la Rue de La Cure, entraba al lavabo y enjuagaba su rostro. Hacía unas gárgaras y luego un recuento de nuevas arrugas y canas y se peinaba concienzudamente. Luego bajaba las escaleras por temor a los ascensores aunque el de su edificio jamás había fallado.
Monsieur Le Couture caminaba religiosamente las siete cuadras que lo separaban de la pastelería por estricta prescripción de su medico, allí cogía un croisant y dos pastelillos. Luego regresaba caminando por la avenue de Mozart en dirección a la floristería. Allí nunca compraba nada, tan solo permanecía un momento admirando los colores y el aroma de esos herméticos seres silenciosos que le recordaban a si mismo. De ahí se dirigía al kiosco de periódicos y revistas en donde apenas pasaba la vista, como queriendo informarse sin enterarse.
Antes de regresar a su casa, doblaba la esquina de la rue de Y´vette, en donde solía estacionarse un mendigo. Buscaba en su bolsillo una moneda de cincuenta céntimos previamente seleccionada y la dejaba caer sin mirar al hombre, después respiraba aliviado como habiendo deshecho un conjuro y finalmente subía las escaleras de regreso a su apartamento.

Aquel día Jack se despertó como siempre, miró por la ventana y notó que algo no marchaba como de costumbre, revisó su radió reloj por si se hubiesen agotado las pilas pero no encontró nada inusual en el. Repitíó con celeridad su ritual del lavabo y se apresuró escaleras abajo dispuesto a descubrir el misterio que le oprimía el pecho. Al salir a la calle noto el escaso flujo vehicular matutino, apuró el paso en dirección a la pastelería mirando extrañado por las cortinas metálicas de los almacenes y la ausencia de gente. Descubrió con horror que la pastelería estaba cerrada a cal y canto y corrió desesperado en dirección a la floristería de todos los días a esa hora
llenaba la acera de flores y plantas, pero no encontró mas que desolación, la que a estas alturas le provocaba una sensación de pánico y angustia que disparó su corazón.
Al llegar a la esquina de la rue de Y´vatte apretando desesperado en el puño la moneda de cincuenta céntimos descubrió con angustia que el viejo mendigo no se encontraba allí

De vuelta en su casa, monsieur Le Couture cogió el viejo radio-reloj y lo estrello contra la pared como si este fuera el culpable del repentino desajuste del mundo. Temblando cerro ventanas y cortina y se quedó tiritando en su mecedora intentando encontrar una respuesta a sus pesadillas.
Tras unas horas que parecieron eternas, Jack se acercó arrepentido hasta donde yacía el viejo reloj destartalado, intentó juntar las piezas como pidiendo perdón al descuajaringado aparato que reaccionó a intervalos como un moribundo. Monsieur Couture conectó el radio-reloj a la corriente con la esperanza de reanimar a su viejo y único compañero, pero el artefacto seguía en su estado agónico. Esto no hizo mas que aumentar el nivel de angustia y terror de Jack que buscando una forma de apaciguarse esparció un montón de fotografías sobre la mesa. Repasó las imágenes de cuando estaba realmente vivo y se preguntó como había llegado a ser ermitaño y de como el miedo había llegado a tomar cuenta de su vida.
Sintió que el corazón le iba a explotar en el pecho, las lágrimas no dejaban de caer y el hueco en el pecho se hacía gigante. Jack tambaleando sacó una cuerda del tendedero y la colgó de una viga en el techo, sudando subió a una silla y la apartó al tiempo que la radio reloj reaccionaba con las noticias del día en donde comunicaban el caos producido en la ciudad de París a causa de la huelga y el repentino cambio de horario.




martes, 8 de septiembre de 2015

El siniestro fotógrafo del barrio


Nadie sabía de donde había venido. Tan solo apareció un día por el barrio portando un equipo fotográfico con un extraño maletín de cuero negro y había llegado a nuestra escuela presentándose tan solo como: "Señor Macedo".
Vestía de negro a excepción de una camisa blanca que hacía de contraste con su corbata también negra, al igual que negras eran sus enormes gafas y negro era el bolígrafo que usaba para inscribir su lista negra de clientes que entre achaques prematuros iban comentando que el fotógrafo conservaba la juventud con el correr de los años.
Tardamos un tiempo en darnos cuenta de lo evidente, claro que para entonces ya era tarde, habían pasado 45 años.
A pesar de ello un día organizamos un grupo de asalto para irrumpir en la casa del señor Macedo.
Llegamos de madrugada provistos de guantes y pasamontañas. Observamos desde la reja una luz roja que salía de su laboratorio. El envejecido Guillermo fue el primero en saltar, seguido de las envejecidas Dorotéa, Edubiges y Cantalicia (cuyos nombres han sido cambiados para proteger a las inocentes abuelas)
 Yo fui el último, El envejecido Héctor, le alcancé las herramientas al líder del asalto y luego trepé por la reja negra, mas adelante nos arrastramos hasta el final de su patio desde donde salían aquellas luces rojas mortecinas.
Alguien se asomo por una ventanilla y comenzó a relatar lo que veía.
De los negativos de las fotografías salía una niebla roja que entraba directamente al cuerpo del fotógrafo, la que espiaba dio un grito de horror y se abrió de golpe la puerta, entramos en tropel al laboratorio y un destello tremendo de un flash fotográfico nos cegó por un momento. Cuando recuperamos la visión, el señor Macedo se había evaporado al igual que gran parte de la habitación.
Desde aquel día, nadie ha vuelto a ver al fotógrafo, y los que asaltamos su casa hemos guardado celosamente este secreto hasta este momento en que os cuento esta siniestra historia, tampoco pudimos recuperar los negativos. Por eso cada vez que alguno de nuestro grupo sufre nuevos achaques o suma una nueva arruga a su cara, tratamos de recordar a que fotografía podría deberse ese brote senil del maleficio.

lunes, 7 de septiembre de 2015

El afilador


No es que yo esperase ver un hombre arrastrando una enorme rueda cuando escuche el sonido de la zampoña ni mucho menos, pero lo que ocurrió a continuación superó toda mi capacidad imaginativa.
Al escuchar el llamado del afilador mi corazón saltó de sorpresa, recordaba que de niño solía quedar con la boca abierta al ver con que destreza este artesano de la maravilla giraba su bicicleta convirtiéndola en un esmeril, las chispas se me antojaban fuegos artificiales y yo pensaba para mis adentros; ¡ya se lo que quiero ser cuando grande!
Salí corriendo a la calle con un par de cuchillos desafilados al encuentro del pasado, pero grande fue mi sorpresa al encontrarme con una furgoneta que mas bien parecía una nave intergaláctica. El conductor sin articular palabra me señalo una pantalla táctil que emergió de una de las puertas del impresionante vehículo. Quise hacerle una pregunta pero me indicó un cartel que decía; "prohibido hablar con el conductor" y volvió a señalar la pantalla.
En la misma indicaba una serie de alternativas tales como:
A-afilado cuchillos
B-afilado tijeras
Más abajo las formas de pago, una ranura para introducir tarjeta de crédito o débito y finalmente una ranura para las monedas.
Marqué la opción que me interesaba, introduje las monedas y se abrió otro panel en donde introduje el cuchillo. a continuación, salió una luz láser que procedió a darle el filo a la mellada herramienta, cuando un zumbido casi extraterrestre me anunció el fin de la operación saque el cuchillo, acto seguido, se cerraron los paneles, el conductor dio contacto a la nave y subió al cielo para desaparecer entre brillantes luces color naranja.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Con V



Bajaré con un software libre y malicioso para hakearte la madre con una careta y una sonrisa, para enseñarte que no hay lugar seguro cuando se rompen los sellos de la paciencia.
Se volverá contra ti la bestia negra que viola el octavo mandamiento y que satura el ciberespacio de mierda en su cruzada embrutecedora, de esa luz negra que embota los sentidos forzando sonrisas estúpidas y aplausos envasados.
Vendré desde el silencio montado en una “imageboars” para abofetearte la impunidad, para sacar a la luz tu oscuridad y echarte a las tinieblas en nombre del conocimiento libre o livre con V de vendetta.

El Papi Pancho



Recuerdo a mi abuelo Francisco, al que le decíamos; "Papi Pancho" el que tenía un parecido impresionante con el rey faisal con su enorme bigotón.
El hombre era artesano marroquinero, fabricaba bolsos, cinturones, carteras y otras maravillas.
Recuerdo que yo solía pasar en su casa largas temporadas y me sentaba a su lado en el taller en donde entre el olor de los cueros y sus herramientas, escuchaba sus historias.
El abuelo era sin duda un buen tipo, nunca se enojaba a diferencia de la abuela, la que parecía estar enfadada gran parte del tiempo, el abuelo se encogía de hombros, hacía un guiño y continuaba como si nada.
Una de las características del Papi Pancho, es que era un hombre despistado ademas de que le gustaba tomarse un traguito demás de vez en cuando, lo que en mas de una ocasión le provocó incidentes graciosos. Concretamente recuerdo dos episodios que me contara mi padre, los que parece ocurrieron el mismo día.
En una ocasión de fiesta en que se casaba una de sus hijas, el tipo había mandado a lavar un traje a la tintorería, lo fue a recoger y lo dejó sobre la cama, faltando solo algunas horas para salir a la iglesia a entregar a la novia, el hombre descubre con horror que el traje le queda pequeño. Esto generó alarma entre la abuela y las tías que se pasaron casi todo el tiempo tratando de vestir al padre de la novia.
Horas mas tarde, ya en el momento del agasajo, el abuelo algo "perjudicado" por los brindis, vio que estaban tratando de matar una gallina para echar al horno, como buen caballero se ofreció a hacer de matarife, pero fatalmente y sin medir sus fuerzas, estiró tanto el cogote del ave que se quedó con la cabeza en la mano, la pobre decapitada resbaló de sus manos y salió corriendo y salpicando de sangre a dios y maría santísima entre los llantos de la abuela y las risas de los tíos.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Un breve receso

Le debía estos versos a don: Alberto Cavilla Fernandez.  Abuelo de mis hijos, luchador social incansable
muerto en exilio, que duerme el sueño de los justos en un pequeño cementerio de un pueblo en la sierra de Madrid.

Letras para la tumba de un justo
"Un breve receso"

¿Que puedo decirle a la tumba solitaria de un justo?
Tal vez contarle que sus besos han germinado y que sus semillas se siguen multiplicando.
Que la revolución nunca llegó pero que los sueños siguen intactos  y que la patria sigue quedando tan lejos como de costumbre.
¿Que puedo decirle a la tumba sin nombre de un soñador?
Tal ves contarle que le robé algunas letras a un verso que le tenía guardado hace tiempo, y que los he despegado de un ramillete de palabras tristes para clavarlo a la tierra que acuna sus huesos.
Que la memoria es una espada que pende sobre las cabezas de los impíos y que multiplicará  por mil la visión esplendida de sus ojos azules.
¿Que le puedo decir a la lágrima que discurrió entre las piedras que guardan el sueño de los justos?
Quien sabe contarle que el descanso del abogado del pueblo es tan solo un "breve receso"..  y después abrazar  el recuerdo que fundirá la nieve de los futuros inviernos al rededor de su risa y la risa del mundo,  para depositarlo sobre el amor antiguo de padre primigenio  que duerme esperando el advenimiento del mundo de los hombres sabios y libres.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Madre



Madre; ¿Has  visto morir a tus hijos?
Dime si haz  visto a los míos morir  en las aguas del mediterráneo y si los haz visto saltando sobre afiladas cuchillas entre profetas sordos y dioses ciegos.
Dime si haz visto sus casas volar por los aires y sus cuerpos flotando sobre la intolerancia.
Dime si haz visto sus risas encerradas en estaciones de trenes, y dime si haz visto al silencio cayendo como la niebla sobre el corazón de los hombres en tanto la muerte persigue al futuro con una guadaña en forma de media luna.
Madre, dime si haz visto a mis hijos y a los tuyos huyendo de la locura.
Madre, ve y diles que aquí en mi casa hay un lugar para todos los hijos del mundo.