Al medio día del primer día del mundo
pasaron las doce tribus delante de mi puesto de batalla.
Pasaron sonriendo y llevando un manojo
de cantos al son de aquel tímido sol que se asomaba al comienzo del
tiempo.
Al medio día de aquel primer día del
mundo me fui soñando a tierras lejanas, contando conque los vientos
siguieran soplando a favor.
Los vi alejarse en su caravana de
abrazos. Iban montados en sus acordeones y violines, en sus guitarras
y flautas, y antes de perderse de vista me hicieron llegar por el
aire, algunas notas de referencia en la dirección del viento en
donde se encuentra el reverso de la duda y la vida radical.
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