Existe una hora mágica en que es
posible asomarse a otras dimensiones, dar un vistazo al pasado o al
futuro lejanos, y asomarse por un momento a otros mundos. Claro está,
siempre que se cumplan ciertas condiciones, como por ejemplo; que sea
después del ocaso, y que sea en el estado que se produce entre la
vigilia y el sueño. Pero mejor les contaré las cosas que he visto
en mas de una ocasión.
Después de viajar algunas horas entre
paisajes despoblados,a intervalos irregulares entre bosques de pino y
llanuras resecas. Viniendo desde Madrid a Valencia, al bajar la
enorme meseta que comparte con La Mancha, cerca la ciudad de Bunyol.
Uno de los primeros puntos de referencia que se distingue es la
Cementera de Valencia. Un edificio enorme de formas caprichosas que
recuerda una construcción pos-apocalíptica del futuro.
Visto de noche, es posible imaginar
sobrevivientes asustados observándonos desde sus retorcidos ángulos
entre las luces mortecinas que asoman desde su antojadiza estructura.
Si dejas volar tu imaginación podrás ver como resuma la vida extra-dimensional en sus instalaciones como el
último reducto de la especie humana en el mediterráneo español,
Alguna vez he visto naves aterrizando
en sus patios, y escaramuzas de guerra entre los silos maltrechos. He
visto jirones humanos empuñando armas LASER para defender su bastión
derruido.
Una vez sin ir mas lejos, logré
vislumbrar una banda de mutantes intentando asaltar el edificio entre
gritos salvajes y con la piel colgando que se confundía sus harapos,
con los ojos desorbitados y armados con arcos y flechas y todo tipo
de objetos contundentes.
Sin duda una de las experiencias mas
aterradoras, fue aquella vez que pude oír el sonido ensordecedor de
una sirena, al tiempo que se observaba el destello terrible de un
gigantesco hongo atómico que distorsionaba las sombras del coloso de
hormigón, en tanto el viento nuclear arrasaba la tierra llevando la
vida al límite.
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