No es día par aguantar gilipollas,
para fumar metafísica o para ejercitar la ciencia de la paciencia.
Alguien dejó un camello estacionado al
lado de mis malas pulgas, me llovieron infelices felices de estar en
su mundo de rosas, justo hoy que la cosa es que llevo un hacha
clavada en el cerebelo.
El universo no está para movidas, y
aunque pasara Lady Godiva empelotas para invitarme a subir al
caballo, me quedo en el inframundo difuso y confuso pero sin
florituras.
No es día para aguantar luminosos, así
es que al siguiente que pase le regalo un pase para pasar al olvido.
Alguien dejó un filósofo estacionado
al borde de mi paciencia con la ocurrencia de que todos somos
iguales, que conjunciones astrales y otras giladas afines, que los
confines del universo y que otros versos idiotas que suenan en tono
de mantras.
Alguien dejo algo parecido a un
revolver estacionado en uno de mis bolsillos, y yo estuve a punto de
apretar el gatillo.
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