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sábado, 30 de julio de 2016

La Calima



A veces el Sahara cruza el Mediterráneo. Volando en brazos del Siroco, las dunas se elevan por el aire y descienden sobre las costas de la Europa peninsular desde Gibraltar hasta Gerona.
Entonces si hay un resquicio de lluvia, la calle, los coches y las veredas se teñirán del ocre nacido en las dunas del inmenso desierto.
Yo he visto llover la arena de la madre de todos los desiertos sobre Valencia, trayendo historias de caravanas, de bereberes y de tuaregs curtidos a través de los siglos desde Aníbal hasta el Al andaluz.

A veces el Sahara cruza el Mediterráneo sin pasaporte, sin visa y sin permiso de residencia para enseñar a los hombres que no somos mas que las criaturas de la madre tierra, que no somos mas ni menos que el polvo de la Calima que va por donde quiere, sin pretensiones y sin restricciones por este mundo redondo en el que habitamos.

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