Recuerdo un incidente patético
ocurrido en Chile en los comienzos de la dictadura.
Durante el festival de Viña del mar,
un humorista subió al escenario y en un momento comenzó a hacer una
graciosa imitación del tirano, y pasados 20 segundos se interrumpió
la señal de televisión.
En aquella época yo tendría poco mas
de 13 años, pero entendí lo que pasaba casi como todo el mundo. Por
supuesto que no creo que la censura y la falta de humor sea solo cosa
de la derecha, seguramente a mas de alguno le habrá costado la vida
reírse de Stalin.
La falta de humor no afecta solo a la
política. El ámbito de la religión es especialmente sensible, así
como cualquier dogma que presuma de tener la verdad y la respuesta a
la vida.
Ayer un amigo me contó un hecho
absurdo (aunque gracioso).
Existe en Valencia un restaurante y
rincón cultural llamado “La Mandragora”. El lugar en cuestión
es llevado por una parejita vegana, y en el que mas de una vez he
actuado.
El caso es que estos chicos han puesto
un cartel en el local que reza : “Prohibido hacer chistes de
veganos”
Mi critica no apunta a ninguno de estos
colectivos, ni el político, ni el religioso ni los de las
confesiones alimentarias, pero si en contra de algunos miembros de
ellos que lo viven con una pasión fundamentalista.
Estoy convencido de que el mundo está
perdiendo el humor. Ayer sin ir mas lejos, conté un chiste, y se me
querellaron: 6 curas, 4 imanes, 3 rabinos, 2 comunistas, un gay y 25
veganos!!
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