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jueves, 27 de octubre de 2016

El viejo Pinto (saludos por el cumpleaños de mi padre)


El viejo Pinto me abraza con su sonrisa antes que pueda contar hacia atrás sus mil ternuras.
Traspasa el tiempo con su mirada serena y me trae el olor a madera con que solía soñar hace tiempo el hijo del carpintero.
El viejo Pinto sonríe, y desde sus ojos antiguos se escapa un secreto que le susurra un rayito de sol entre el oído y los blancos cabellos y que no alcanzo a descifrar.
Se afirma en su trono de mimbre y se crece como un gigante gentil y sabio desde el principio del mundo, cuando el tiempo era nuevo y sus manos le daban la forma entre serruchos y gubias, que luego formaban montañas de serrín y viruta. Entonces el hombre exorcizaba el invierno quemando los restos de la creación, y el humo se elevaba al cielo en holocausto para la santificación del momento.

El viejo Pinto me abraza y yo celebro su primavera desde este otoño lejano a las puertas de noviembre, y me guardo sus ojos y su secreto contado al oído en el corazón, brindando por su sonrisa y por ese olor a madera con que solía soñar el hijo del carpintero.

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