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domingo, 6 de noviembre de 2016

Ocupaciones minúsculas y empleos etéreos



He visto personas y ocupaciones extrañas desde mi puesto de vivir, en donde acostumbro a vender soplidos de viento. Son seres y oficios de la misma arcilla de la que están hechos los cuenta cuento y los canta-mañanas, aunque estos suelen usar un traje de “semi-invisibilidad” para el ojo inexperto.
Un día pasó un “Buscandingui” barriendo la acera con la mirada. Los Buscandinguis son seres sensibles que ayudan a los chicos a buscar el dinero de la compra que se les ha extraviado, y a los que sus madres exhortan a recorrer el camino de vuelta para encontrarlo.
Para invocar a los Buscandinguis, se ha de repetir tres veces en voz alta la frase; “Mi madre me mata”, y acto seguido dejar caer una lagrima de angustia sincera.
Otro de estos personajes minúsculos pero imprescindibles son los “Recordinos”.
Los Recordinos cumplen la función de ayudarnos a recordar palabras y canciones. Se paran junto al cliente, le sacan la lengua sin ser detectados, y de la punta de esta, extraen las melodías o frases que requieren las circunstancias de algún momento sublime.

No quisiera olvidarme del “Dibuja sonrisas”, estos profesionales acostumbran susurrar cuestiones graciosas al oído de algunos desprevenidos viandantes que caminan absortos por la ciudad. La otra noche vi a uno acercarse a una señora muy bien vestida y muy seria que cruzaba la calle de los caramelos. El sinvergüenza dejó caer un chiste picante en la oreja de la flamante dama, y esta se alejó sonrojada sonriendo mientras la gente pasaba a su lado en dirección al puente de madera sin comprender.

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