Dos
monedas para Caronte
Así fue que bajo al infierno, anduvo un tiempo entre sus hogueras, salió a flote un par de veces, lo suficiente como para besar a la muerte y tomar una bocanada de vida, más la muerte no quiso tomarlo.
Después bajo a las catacumbas y deambuló por el purgatorio, ahí entre los pedazos de sombras y desechos humanos. Otra vez la siniestra se negó a conducirlo a la morada definitiva.
Aquí estamos, se dijo otra vez resignado, pero esta vez la muerte se acercó un poco más y le toco el hombro para aconsejarlo, y voló, voló alto para alejarse de la barca de Caronte, guardo sus monedas para más adelante y caminó otra vez por la tierra dando pasos seguros.
Al despedirme le di un abrazo, no quise preguntarle hacia donde camina, tal vez ni el mismo lo sepa, como no lo se yo, como no lo sabe nadie. Guardo sus demonios en un bolsillo oculto de su chaqueta junto a sus dos monedas y se fue silbando en un vagón desde la estación de Reuilly-Diderot.
Así fue que bajo al infierno, anduvo un tiempo entre sus hogueras, salió a flote un par de veces, lo suficiente como para besar a la muerte y tomar una bocanada de vida, más la muerte no quiso tomarlo.
Después bajo a las catacumbas y deambuló por el purgatorio, ahí entre los pedazos de sombras y desechos humanos. Otra vez la siniestra se negó a conducirlo a la morada definitiva.
Aquí estamos, se dijo otra vez resignado, pero esta vez la muerte se acercó un poco más y le toco el hombro para aconsejarlo, y voló, voló alto para alejarse de la barca de Caronte, guardo sus monedas para más adelante y caminó otra vez por la tierra dando pasos seguros.
Al despedirme le di un abrazo, no quise preguntarle hacia donde camina, tal vez ni el mismo lo sepa, como no lo se yo, como no lo sabe nadie. Guardo sus demonios en un bolsillo oculto de su chaqueta junto a sus dos monedas y se fue silbando en un vagón desde la estación de Reuilly-Diderot.
CelebracionesCelebraciones
La
lluvia no dejó de seguirme desde que dejé el adorable "chateau"
del conde: Salìn. Busque los rincones oscuros del París desgastado
para beber la lluvia junto al fantasma de Cortazar que me hablaba
arrastrando las "egues". Busqué refugio en un bar para
escapar de tus palabras que caían como puñales de hielo sobre mi y
amenazaban congelarme la risa. Busqué de una lista de objeciones y
exigencias las palabras correctas para remojarlas en el café, y me
dispuse a escribirlas en una tostada que me alcanzó un "Cronòpio",
que al igual que yo, se encontraba perdido buscando una torre que me
encargaste mirar y que nunca encontré, (a no ser un enorme andamio
de hierro). luego pensé. algún día se ira la lluvia?, aun que es
probable que yo me largue antes de que el fantasma de Julio
Cortazar regrese
a los callejones oscuros y a las estanterías polvorientas.
La
lluvia no dejó de seguirme desde que dejé el adorable "chateau"
del conde: Salìn. Busque los rincones oscuros del París desgastado
para beber la lluvia junto al fantasma de Cortazar que me hablaba
arrastrando las "egues". Busqué refugio en un bar para
escapar de tus palabras que caían como puñales de hielo sobre mi y
amenazaban congelarme la risa. Busqué de una lista de objeciones y
exigencias las palabras correctas para remojarlas en el café, y me
dispuse a escribirlas en una tostada que me alcanzó un "Cronòpio",
que al igual que yo, se encontraba perdido buscando una torre que me
encargaste mirar y que nunca encontré, (a no ser un enorme andamio
de hierro). luego pensé. algún día se ira la lluvia?, aun que es
probable que yo me largue antes de que el fantasma de Julio
Cortazar regrese
a los callejones oscuros y a las estanterías polvorientas.
Buscando
Buscando
Me vi pasar arrastrando un sarcófago rojo y negro que me regaló un
viejo vampiro ya retirado. Crucé el puente en dirección a Notre
dame, cargando el cajón y una botella de whisky medio llena medio
vacía, oculta en un bolsillo del alma. Miré apenas de reojo a la
gitana que bailaba descalza y voluptuosa, pasé de largo intuyendo la
mirada celosa y recelosa del jorobado que observaba la escena oculto
entre las gárgolas. Me vi arrojarme 100 veces al brazo del Sena que
navegaba indiferente a los suplicios humanos. Me pregunté ; "cuanto
falta"? para que? dijo mi sombra insolente enumeré un sin fin
de posibilidades. _ para llegar/ para comenzar/ para recordar/ para
olvidar/ para encontrarme a la vuelta de alguna esquina. "Es que
nunca se llega" me respondió. Tan solo se busca, tan solo queda
seguir andando hasta el final.
El
sombrero de Carlitos
Siguió
castigándome la lluvia al tercer día de resucitar, sobre todo
después de cruzar Barbès para llegar a Montmartrer, prueba de que
para llegar al cielo se debe pasar antes el infierno.
Pasé
por entre los colgajos humanos, los zombis y los orcos que supuraba
la boca de metro casi sin respirar.
Entonces
al salir del infierno, lo escuché silbar un tango bajito,
Carlitos
le dije, el zorzal se giró sonriendo para regalarme su sombrero,
justo cuando estaba a punto de pedirle prestada su sonrisa, lo vi
escapar sorteando los coches, adivinando el parpadear de las luces
nocturnas del: Hôtel de ville.
Al
fin me quedé pensando si hubiera sido acertado utilizar su sonrisa
para encantar a la moza de faroles verdes que me abordó un rato
antes, y si no sería conveniente ensillar mi soledad conocida y
acostumbrada al fracaso desde que arrastro esta olvidada memoria
inflexible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario