Caminé por el callejón de la vida o de la muerte buscando el
destilado espíritu de la euforia, entré en el “supermarché” de la rue de la “lumière”
y avancé presuroso entre las estanterías
para alcanzar el néctar del olimpo. De pronto escuché murmullos polifónicos en
incontables e incomprensibles lenguas, al percibir el rumor en el sector de los
destilados, creí reconocer algunas en el limitado espectro del que soy capaz de
entender y me dejé llevar por el encanto de la cadencia intrincada de cada una
de ellas.
De pronto me llamó la atención la conocida y deliciosa lengua portuguesa. Al buscar
entre la multitud de botellas encontré el sonido saliendo de una botella de “velho
barreiro” Antes de poder reaccionar me encontré con la visión de un cañaveral y
el machete de los zafreros hiriendo y cortando la caña de azúcar, después me vi
entrando en las trituradoras que están cerca de los barracones triturado hasta
aparecer convertido en caldo de caña, seguí la secuencia de mi visión hasta un
poderoso alambique de cobre desde donde salí convertido en una gota de cachaza,
antes de darme cuenta siquiera de lo que estaba ocurriendo, siento que me toman
del hombro y me arrastran hasta la salida del supermercado entre mis protestas
de inocencia y el ruido de la botella vacía de cachaza que resbala de mis manos
y culpando al espíritu del maquiavélico destilado que me había jugado una
treta.
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