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sábado, 8 de noviembre de 2014

Te, pan y mantequilla


Y no encontré los 5000 dedos que me ayudaran a escribir tu recuerdo.
Me persiguió tu sonrisa mientras me despertaba de un sueño antiguo, y tu estabas ahí pero te habías ido y aún así seguí escuchando tu voz 24 fotogramas fantasmas por segundo.
Corrí a buscar ese instante por el ciber-espacio pero me perdí entre códigos absurdos, entre descarnados e inútiles  links y solicitudes de ingreso. Vi como volvías a alejarte con el aroma del te y la mantequilla sobre una mesa lejana y antigua, hasta hubiese querido que que me regañaras por subir los pies al sofá, pero te alejaste otra vez para siempre o para nunca.

Volví a la carga tecleando furioso, los dedos entumecidos sobre el teclado me sentenciaron al olvido y baje los brazos, renuncié a las respuestas para imaginar tu rostro e inventarme  el recuerdo del sonido dulce y rasposo de tu voz que me despertó de la siesta, con el aroma del te y el pan con mantequilla.

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