Por dos veces salí a buscar un abrazo
con la guitarra en la mano, pero el abrazo andaba perdido entre los
recuerdos y un dolor de muelas circunstancial que se instaló en su
desgracia.
Mientras esperaba mi regreso del mundo,
me sorprendió la noche cantando entre cervezas y risas.
La luna creciente de una ciudad
menguante y repleta de gente, pasó de prisa por un costado del alma sin molestarse en oír mi voz
.
Las horas pasaron detrás de los
minutos y yo pasé buscando mi sombra que para entonces escapaba
cruzando el río entre la media noche y las soledades frecuentes.
Por dos veces salí a olvidar que no
habían abrazos perdidos, amores caducos ni poesías pendientes
después de echar el último trago.
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