El día comenzó como siempre, oliendo
a café, a tostadas y a final del invierno, a noticias que parecían
añejas y a injusticias que parecían eternas.
Por decretos de reyes se implementaron
nuevas leyes para implantar el silencio, los bancos subían el tipo
de interés y de cambio, en cambio los políticos desviaban el
interés de la prensa pregonando el “cambio” que hiciese que nada
cambiara por siempre jamás.
Los místicos profetizaban cambio de
ciclo y el hemiciclo anunciaba feriado legislativo.
La policía apaleaba indignados, los
indignados gritaban consignas en tanto los jueces dictaban sentencias
ejemplares y los titulares cubrían el evento con su manto de niebla
acostumbrado.
“Hobin Rud” seguía robando a los
pobres para darle a los ricos, la NASA inteligentemente buscaba vida
inteligente en planetas yermos y los ovnis seguían sin ser
identificados.
Mas tarde la lluvia y la nieve tardía
tomaban el control de la angustia entre mapas incomprensibles.
Isotérmicas e isobaras actualizadas cada segundo flagelaban la
primavera del mundo y mis planes futuros.
Harto de todo apagué la radio y en un
radio de veinte metros por suspiro tomé un respiro guitarra en mano.
Entonces...corregí la órbita de la tierra saboreando abrazos
antiguos por los próximos mil eones, o por lo menos hasta el
siguiente beso.
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