En si bemol
Me dejé caer a una hora cualquiera, el
corazón abierto al igual que mis venas.
Un fagot me partió el alma en si bemol
mayor, Mozart a altas horas de la madrugada atacaba a traición mi
despedida, me apuñalaba con doble lengüeta, con doble intención y
con doble tristeza.
Oboes y violines en fuga y yo
preparando mi valija para fugarme otra vez al norte, al 23 de la
avenue de Mozart buscando el Sena tras esta última cena oscura y
solitaria.
Doscientas lengüetas en un bolsillo,
un cavaquinho, un abrazo pendiente en la britania francesa y un
réquiem inesperado por el otoño del norte.
Me dejé caer de madrugada, el corazón
a la espera de mis sentidos embotados, un billete de viaje prendido
en el alma a ocho mil metros del suelo y el recuerdo del último beso
que me calmó la sed
mientras Wolfgang Amadeus Mozart me
apuñalaba la despedida en si bemol mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario