Alguien hablaba de engaños, de
misterios profundos y conspiraciones.
Que la cara de marte, que los Anunakis.
Que el apocalipsis maya y las abducciones.
Otros coreaban el nombre de antiguos
dioses hititas, hacían cálculos sobre la llegada del planeta Nibiru
y su inminente colisión con la tierra, en tanto algunos preparaban
expediciones hacia la tierra hueca. Y yo como buen incrédulo, sonreí
mientras arrancaba pedazos de Kraken a la gallega servido en un plato
de basalto, y echaba grandes sorbos de agua miel servido un santo
grial que compré en un mercado de baratijas.
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