Viniste saltando de asteroide en
asteroide con algunos vientos solares en contra.
Te oí a pesar de las interferencias
de los rayos cósmicos y te mandé una nave que te remolcara para
acercarte a la órbita de Plutón, desde donde me dijiste que
continuarías solo tu regreso a casa.
Después hiciste un alto entre
Ganímedes y Europa en la órbita de júpiter para rendir examen de
navegación estelar, dialéctica cósmica y otras cuestiones que no
alcancé a comprender. Ahí recibí tu última transmisión, pero he
dejado abierta la radio y el corazón para iluminar tu descenso a la
tierra esta próxima madrugada, y ya me dirás que ha sido del niño
que llevaste en la maleta al partir mas allá de los confines del
universo conocido.
Por lo pronto, estoy preparando mi nave
espacial especial a pedales para salir a recibirte a la estación
orbital.
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