Ayer pasé por tu prosa y me arrojaste
un silencio mortal.
Había poetas virtuales meciendo
palabras como quien acuna sus miedos. Bajé a buscar un segundo pero
las horas se habían esfumado y la noche se había fumado el tabaco
que me quedaba para aguantar hasta la muerte siguiente, que suele
empezar en la madrugada donde la soledad se enseñorea del mundo de
los que andan perdidos, pero que sin embargo singuen buscando entre
lineas de páginas amarillentas alguna profecía inconclusa para
corregir o subrayar antes de pasar definitivamente al olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario