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miércoles, 15 de junio de 2016

La puerta que da a la calle



El viejo me mira en tanto mi madre mira hacia adentro.
La puerta que da a la calle está abierta , y yo quisiera salir a dar una vuelta del brazo de cada uno para sentirme seguro y cercano, a ese tiempo lejano en que caminaba confiado al lado de los guardianes del mundo, que entonces y a pesar de parecerme inmenso, tan solo llegaba a unas cuantas cuadras hacia cada uno de los puntos cardinales.
Los viejos se abrazan como queriendo sujetar la existencia, y han dejado la puerta abierta, y yo no se si es para dejarme entrar o salir, o si fueron los duendes los que abrieron la puerta y entraron a desordenar el mundo. Subieron una mesa sobre otra mesa a la que le agregaron sillas, arrojaron manchones de sombra bajo el viejo parrón y sacaron el sillón al patio para sentarse a observar ese abrazo que me sacó una lagrima dulce, y que me dejó la incertidumbre de por que dejaron abierta la puerta que da a la calle.


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