Una vez mas te vi haciendo las maletas.
Silbabas mientras guardabas tus sueños convenientemente empacados en
compartimentos del alma. Hacías inventario de libros y de
intenciones, de sentimientos profundos y toda suerte de anhelos
tempranos.
Te vi repasar las decisiones y los
pequeños temores que preceden la marcha y dar los últimos toques a
los besos pendientes, después me pediste que te ayudara una vez mas
a coser tus alas.
Provisto de aguja y paciencia, saqué de
mi corazón una hebra de hilo invisible y lo reforcé con titanio
para que pudieras acercarte al sol sin temor a que estas se fueran
derritiendo. Después preparé un café con una pizca de melancolía,
y partí otra vez a dejarte al anden.
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