Mañana es un día importante, no tengo
nada importante que hacer, y pienso no hacerlo a cabalidad y
responsablemente.
Mañana es un día para dejar para
pasado mañana lo que podría hacer ese día, para apagar el teléfono
y desconectar el timbre. Es un día para guardar en el congelador
apocalipsis y revoluciones, para construir aviones con las facturas
impagas y contar las manchas que hay en el techo.
Mañana es un día para pensar
tonterías, para inventar cosas inútiles y salir a ponerle nombre a
los gatos del parque de Marxelenes. Es un día estupendo para
recordar las cosas que nunca sucedieron, para recuperar el tiempo
perdido y volver a perderlo como me venga en ganas, para saborear y
planificar los pecados que aún no he gastado.
Mañana es un día importante para
perder importancia, para sacarle la lengua al viejo que desde el
espejo me observa cada día para reprocharme quien sabe que cuentas
pendientes.
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