Herido el gigante por un costado del
alma
Se fue huyendo hacia el sur
Y se fue tan al sur que casi se le
acaba la tierra
Dejó su lucha en suspenso
Cargó sus vituallas y su armadura a
lomos de un pájaro blanco
Y se fue silbando bajito algo parecido
a un tango
Dejando en custodia sus esperanzas a
orillas del Sena
¿Sabrá el gigante que aún resuena el
eco de sus barbas
Y de sus armaduras por la ciudad
subterránea de Alesia?
Me dejó su sonrisa en custodia
La tarde en que le abracé una lágrima
blanca
Justo antes del invierno entre St mary
y Saint Martin
Después de eso se marchó para siempre
O por lo menos hasta que logre enjugar
Sus lágrimas blancas y sus armaduras.
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