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martes, 20 de septiembre de 2016

La sed profunda




El día ducentésimo sexagésimo tercer día del calendario, me senté al filo del martes a gastarme los últimos céntimos de un largo verano.
Mientras miraba pasar fantasmas, me acometió la sed mas profunda que hubiera (o hubiese) acometido jamás a un habitante del mundo.
Miré hacia un lado y al otro, y no encontré quien me sujetara el mundo en tanto iba por un trago vital que me rebalsara el cuerpo y el alma, y que me diera la calma en un beso o en una bebida espirituosa para embotar mis sentidos sedientos de ese algo que tal vez no existe.
Pasaron dos asaltantes y un miserables de turno
Pasaron los guardias nocturnos haciendo control de la noche
Pasó una sonrisa en un coche sin matricula visible
Pasó la mujer invisible huyendo del hombre lobo
Pasó un listo buscando un bobo para venderle un buzón
Un hombre de paja y un león buscando a un hombre de lata
Pasaron dos ratas pidiendo para comprarse cerveza
Pasó un camello vendiendo “algo para la cabeza”
Pasó el recuerdo de un beso que tu me diste una vez

Para apagar esa sed que me dejaron tus pechos.

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