Al principio estaba el silencio, no
había tiempo ni espacio. No estaban tus ojos ni los suspiros antes
de la primera mil-millonésima de segundo. Después llegaron los
quarks y los electrones girando descontrolados para quebrar el
silencio del espacio.
Entonces, mucho antes de la palabra, de
los dioses y las tribulaciones, de las mentiras y los laboratorios,
el universo dio un grito y comenzó a escupir ecuaciones complejas
desde los elementos mas simples en tanto comenzaba a envejecer desde
se mismo momento.
Después vino la muerte fabulosa de
incontables estrellas, que entre explosiones gigantescas esparcieron
el polvo estelar que llevaba el mensaje de la vida para que un día
fueses, a miles de millones de años luz de distancia, y para que
finalmente bautizaras el universo con la palabra que bendice y
maldice, que canta y que grita y que va creando a sus dioses a tu
imagen y semejanza.
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