Hace ya casi diez años, al poco tiempo de llegar a Valencia,
conocí a mi amiguete Nuno Marques (o portugués), comenzamos a hacer ferias por
la comunidad valenciana y alquilamos un bajo en donde montamos nuestro taller.
Un día apareció Nuno con una silla de ruedas que encontró
tirada por ahí, la desarmamos, le agregamos una parrilla metálica, un hierro
largo y nos fabricamos un carrito para adosar a la bicicleta y poder
transportar así los materiales.
En una ocasión viajamos al sur de valencia, a un lugar
llamado; Cullera para participar de una feria. Cargamos el carrito y partimos a
la estación de trenes. No alcanzamos a subir al tren y un guardia nos impidió
subir por lo que decidimos ir hasta la estación de autobuses. Antes de
salir se acercó la poesía (policía) Yo
en esa época estaba indocumentado por lo que Nuno me sugirió alejarme de
el, transcurrido un momento tras el importunio policial, nos juntamos y salimos
en dirección a la estación de autobuses. Por supuesto era imposible embarcar el
carrito en el autocar por lo que decidimos atarlo con una cadena a unas barras
en las afueras del terminal. Emprendimos nuestro viaje y permanecimos 3 días en
Cullera. Al regresar nos dio un poco de corte retirar el carrito de tal manera que
lo dejamos ahí esperando un momento mas propicio para recuperarlo.
Unos días después me encontraba en un bar tomando una
cerveza, abro un periódico local y veo la fotografía del flamante carrito con
una nota periodística, decía; “A parte de las obras de ampliación de la
estación de autobuses, los viajeros deben sortear este extraño carrito atado a
los barrales del terminal”
Poco después Nuno rescato el carro ahora ya bautizado para siempre
como “El extraño carrito” y hasta el día de hoy me acompaña además de haber servido
en varias mudanzas de amigos y acarreos varios.
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