Oises Marnum era conocida como “La tierra de de los tres soles” o “La eterna iluminada”
Cuando mi nave aterrizó en su superficie en lo que ellos
llaman “El triple mediodía”
Pude apreciar las tres sombras que se formaban en el suelo,
una roja, una azul y otra amarilla, Este es un fenómeno que se repetía en forma
sincrónica cada siglo y era celebrado en todo el planeta. Aunque la mayoría de
la gente se sentía feliz y contenta, había algunos que se escapaban o se escondían
en celebraciones oscuras. Habilitaban grandes sótanos o cubrían alguna ciudad
pequeña con una cúpula para esconder las luces solares y disfrutar de la
esquiva noche que rara vez lograba apreciarse en Oises Marnum.
Al momento de llegar, se apreciaba por todas partes el espíritu
festivo de los oisenses, sonaba el estruendo de la pirotecnia, se
intercambiaban regalos e iluminaban sus grandes monumentos con potentes focos
de luz artificial compitiendo con la luz de sus soles. Todos parecían felices,
pero yo no quería estar allí, acudía a Oises regularmente para entregar mi
cargamento y hubiera dado lo que fuera por estar en otra parte. Odiaba la
obligatoriedad de ser feliz y las miradas sospechosas sobre quien no sonreía,
odiaba la obligación auto-impuesta de lucir ropas de fiesta. Quizá por eso
busque en cuanto pude algún organizador de Ander para escaparme en cuanto
pudiera a las catacumbas sombrías a disfrutar un poco de soledad esperando el
momento de mí partida hacia la oscuridad profunda del espacio, para olvidar las
aglomeraciones festivas y encontrarme otra vez con el silencio.
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