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lunes, 15 de septiembre de 2014

Abrazos eternos



Por los siglos de los siglos

Mi viejo sonríe esplendido a lo lejos entre la lámpara de kerosén y el pozo sin agua.
Cerca de un retablo que parece una vieja estación de trenes espera una locomotora sorda para traerme su abrazo.
Sonríe y su risa parece salirse de la fotografía cruzando la cordillera, mas tarde el atlántico con dirección al norte.
Se mete en el estrecho de Gibraltar entre los pilares de Hércules para adentrarse en el viejo mundo conocido orillando la costa levantina y finalmente desembarca radiante de su sonrisa de tres mástiles en una playa de valencia donde lo recibo cantando como es debido.
Hasta que las 12 campanadas devuelvan su sonrisa intacta al otro lado del mundo.
Debajo del viejo parrón en donde seguirá reinando por los siglos de los siglos.




Amigos

Son tipos de todo tipo, vienen en todo tipo de envases tamaños y colores.
Ellos son un tiro al aire disparado con precisión milimétrica al corazón y a la risa.
Saben si estoy, si pierdo, si tengo, si voy o si vuelvo
Y saben que yo se saber de sus vuelos.
De vez en cuando aparecen con secas gargantas capaces de engullir de un trago una viña y sus alrededores y reír hasta el espasmo, o llorar hasta la deshidratación.
Saben de abrazos y de canciones, de adioses y bienvenidas, de calles y noches largas, silencios y despedidas.
Piden y dan con la misma simpleza con que inhalan y exhalan el humo

Cada uno en su mundo de espejo devolviendo el reflejo a mi soledad acompañada.
Son seres mutantes y delirantes, sinvergüenzas de; “tomo y lomo” en continua evolución.
Son movimiento continuo, caricia perenne, cómplices delincuentes, confesos, convictos y penitentes de cuanto abrazo pendiente les achaque la autoridad.
Ellos son; ¡Mis amigos!

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