Jungla
de cemento
Después
de rodar tres días por la jungla de Madrid, buscaba salir de allí
en un navío celeste. La hora del lanzamiento estaba fijada para las
22.000 en punto, de pronto, ¡que mal asunto!, recibo el mensaje del
comandante adelantando mi viaje. Corriendo por sus parajes me di a la
fuga del parque, cerca del ángel caído, saqué brújula y cuadrante
para trazar el camino más corto hacia el punto de destino pero el
gusano en la tripa comenzó a rugir del hambre. Fatal decisión la
mía al enfilar por el callejón aquel, buscando un bocado urgente no
encontré nada decente para llevarme a la boca. Me encontré la risa
loca del payaso de “Mac dólar”, logré zafarme de la garra del
siniestro bufón pero al fondo del callejón tropecé con la grasa y
las “coliformes” que salían del “Burguer ruín”. Cuando
conseguí ponerme en pie, sentí el roce del lazo que intentaba
echarme el coronel con su “fried chicken” pidiendo que lo
mastiquen. De un salto desesperado salí de aquel callejón, rogando
por un jamón o un bocata de tortilla, por fin se abrió la escotilla
de mi transporte al regreso que me trajo de vuelta a casa, hambriento
si, pero ¡ileso!
Jalohuin
Que fraude la noche de Halloween, no encontré a los monstruos que suelo ver en la calle, las brujas de costumbre no aparecieron, los seres deformes que acostumbran deambular por la noche de Valencia desaparecieron de sus calles. No estaba el viejo del saco ni los zombis de la plaza, al único que divisé desde lejos fue al holandés errante, con su bandera pirata vendía baratijas mugrientas para pagarse la “birra”, sorteando a las decenas de policías que custodiaban la fiesta de cientos de niñatos disfrazados con mascaras absurdas. Por suerte al final de la noche apareció el jorobado de Notredam recién llegado de Berlín para brindar con absenta por los auténticos monstruos ahora ausentes de su mágica noche.
Que fraude la noche de Halloween, no encontré a los monstruos que suelo ver en la calle, las brujas de costumbre no aparecieron, los seres deformes que acostumbran deambular por la noche de Valencia desaparecieron de sus calles. No estaba el viejo del saco ni los zombis de la plaza, al único que divisé desde lejos fue al holandés errante, con su bandera pirata vendía baratijas mugrientas para pagarse la “birra”, sorteando a las decenas de policías que custodiaban la fiesta de cientos de niñatos disfrazados con mascaras absurdas. Por suerte al final de la noche apareció el jorobado de Notredam recién llegado de Berlín para brindar con absenta por los auténticos monstruos ahora ausentes de su mágica noche.
Génesis
apocalíptico
¿Te acuerdas de aquella noche en la puerta del sol?, hasta el día de hoy no alcanzo a comprender si se trataba de: El génesis hippie o el Apocalipsis zombie, el caso es que por un momento encontré el santo grial en forma de cáliz, el problema es que llevado por la emoción lo llene de vino y lo pasé al siguiente, distraído como estaba con una Venus gigante que pedía canciones sin dejar de aplaudir.
Esa fue la noche en que perdimos de vista al explorador “Sir Willow de singer boy”. No se si fue por un descuido mío o es que lo tragó la madrugada mientras buscaba el nacimiento del Orinoco entre los campamentos y las bocas de metro. Sobrevivimos a las ondas telepáticas de los mutantes que pululaban a diestra y siniestra, aunque debo confesar que estuve a punto de ser abducido por una “gorgonita” disfrazada de anarquista.
¿Te acuerdas de aquella noche en la puerta del sol?, hasta el día de hoy no alcanzo a comprender si se trataba de: El génesis hippie o el Apocalipsis zombie, el caso es que por un momento encontré el santo grial en forma de cáliz, el problema es que llevado por la emoción lo llene de vino y lo pasé al siguiente, distraído como estaba con una Venus gigante que pedía canciones sin dejar de aplaudir.
Esa fue la noche en que perdimos de vista al explorador “Sir Willow de singer boy”. No se si fue por un descuido mío o es que lo tragó la madrugada mientras buscaba el nacimiento del Orinoco entre los campamentos y las bocas de metro. Sobrevivimos a las ondas telepáticas de los mutantes que pululaban a diestra y siniestra, aunque debo confesar que estuve a punto de ser abducido por una “gorgonita” disfrazada de anarquista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario