Acerca de mi viaje a Cosquín, un amigo
me pidió que aportase más detalles sobre como acabó aquello, sin
embargo creo que empezaré por el principio y contaré un curioso
suceso que aconteció antes de llegar al festival.
Me enteré del festival de Cosquín en
la ciudad de Buenos Aires por boca de un músico callejero. Decidimos
en compañía de un amigo viajar a córdoba pero cuando vimos el
estado de nuestras finanzas se complicó el proyecto. Aconsejados por
un viajero ducho en las artes de la “trashumancia austera”, nos
embarcamos en el tren sin el billete correspondiente.
El viaje fue tranquilo, llegando a
Rosario ya no quedaban vagones donde escondernos y vimos el momento
de negociar con el inspector ( que en Argentina llaman chancho)
nuestro pasaje, llegado al ultimo descanso del ultimo vagón, el tipo
nos dijo: esperen un momento que acaba de subir el supervisor de
inspectores.
Pensamos que eso podría complicar las
cosas ya que; el “super inspector”, como el lo llamaba, era el
encargado de hacer cumplir el reglamento a rajatabla. Vimos acercarse
al digno representante de la compañía de trenes con su flamante
uniforme negro que parecía un general. Al abrirse la puerta del
ultimo vagón lo primero que vi fue la mano del “super”
frotando los dedos pulgar e índice, como diciendo. ¿Cuanto tienen?
Lo que vino a continuación fue realmente curioso, mientras
negociábamos nuestro pasaje uno de los inspectores se percato de la
presencia de una persona que dormía en el suelo, lo movió con el
pié para despertarlo por lo que esta persona protestó, al ver las
negociaciones “alternativas” que se cocinaban ante sus ojos el
tipo exclamo: ¡eh tío yo pagué mi pasaje!, el “súper”
respondió: ¡vos pagás porque sos boludo!
Cosquín y el locro
La primera vez que probé este soberbio
brebaje, fue en la sierra de Córdoba, en un festival de música que
se realiza en la ciudad de Cosquín.
Llegue acompañado de un colega en tren
y sin billete, apenas algunas monedas para endulzar al guarda, el
ambiente de esta fiesta es extraordinario, apenas entras en la ciudad
te recibe el sonido de las guitarras, bombos violines etc.. por
todas partes y ahí donde te ven con algún instrumento en la
mano(yo viajaba con un charango), te meten adentro de alguna de las
innumerables peñas que montan en el lugar. Sin duda una de las cosas
que me impresionó fue el enorme caldero, calderón, olla o como se
llamase, en donde preparaban el locro colectivo. Por sus dimensiones
podríamos imaginar que cabían adentro un par de exploradores con
sus mochilas y porteadores.
El Locro es un guiso de carnes, maíz y
legumbres tradicional en argentina, sin embargo su origen es
prehispánico y llego a esas tierras de la mano de los conquistadores
incas.
Impresionaba ver al encargado del
locro moviendo la mezcla con un remo, con la concentración de un
alquimista mientras salían los vapores del impresionante potaje
telúrico. Yo recibí como hipnotizado el plato de locro mientras
sostenía con el “ala izquierda” mi pasaporte de 10 cuerdas (mi
charango) ya que: en ningún momento nadie me pasó la cuenta por la
comida, tan solo un par de canciones bastaron para añadir a mi lista
de amigotes varias decenas de “gauchos”, chumaos (borrachos) y
guitarreros.
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