Hace millones de lluvias y millones de arenas, estaba el
silencio entre las piedras sedientas. A veces el viento barría sus tardes
anaranjadas mientras el sol iba muriendo entre furiosos destellos sobre el
universo ocre.
Entonces llegó la palabra bautizando el desierto y se hizo
Pampa, chuska, Camiña, Putre y Cosapilla. Llegó el pie dejando su huella y la
voz dejando su canto.
Llegó la mano esculpiendo la historia, y la memoria se hizo
leyenda para que Tunupa y Viracocha tendieran su manto sobre las aguas del Pacifico
Furioso y violento.
Hace millones de vientos la luna “Quilla” pintaba las noches
de plata y obsidiana entre las dunas para despertar al silencio preparando la
maravilla para el hombre mineral y asombrado, estupefacto y mudo como sus
piedras.
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