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viernes, 16 de enero de 2015

Hamelin


Estábamos en Hamelin, ella tocó su acordeón y la seguí como una sombra detrás de mis pensamientos.
Cada nota me tocaba el alma derritiendo mis armaduras, mis cotas de malla mi, charango de roble y mis frases de acero.
Me vi en su camiseta a rayas como un pentagrama entonando sus ojos y no volví a tener un instante de sosiego hasta que subió a san pedro con su corazón descorchado.
Entonces me dijo- “desde aquí arriba solo queda bajar” y se fue saltando entre las piedras con mis manos presas en su cabello revuelto.

Estábamos en Hamelin cuando perdí mi flauta mágica y mi sosiego que se marchó junto con mis pensamientos en una furgoneta marrón. 

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